jueves, 5 de junio de 2014

Nuestra Gente: Historias de vida V. "Seguimos llegando"


Seguimos llegando

por: Jessica Carrión


Durante mi vida estudiantil aprendí que santo Domingo es una ciudad muy joven, en la que la mayoría de la población proviene de otros sectores del país. Se me decía que la etapa de crecimiento abrupto había terminado y que se iniciaba una etapa de un crecimiento más bien mesurado. Sin embargo, yo veo que seguimos llegando desde todos los rincones de la patria. Mi propia familia es un ejemplo de eso.
Nací en Cuenca en el año de 1990. Llegue a esta tierra hermosa cuando tenía tres años.  Mis padres se casaron cuando eran aún muy jóvenes; después de tres años de matrimonio tenían ya dos hijas, y se vieron obligados a dejar su ciudad con el único sueño de darnos un futuro mejor. Su nueva tierra fue Santo domingo de los Colorados.
Años más tarde tuve la oportunidad de conocer la ciudad donde nací. Sin duda es una  ciudad muy ordenada, sin embargo, prefiero mi nueva ciudad, por ese calor humano que encuentro en ella y por su rica mezcla entre costa y sierra.

Todas las mañanas nos despertaba un rico olor a café pasado elaborado por mi Madre. Nunca faltó mote en la mesa de mi casa, lo que delataba el origen morlaco de mi familia, pero también había en mi mesa un rico verde asado y nunca faltaba una fritada en la mesa de mi Abuelita, a quien visitaba con frecuencia. En definitiva, mi vida se desarrollaba en medio de diferentes costumbres e identidades.
Pero a mas de las comidas, lo que más me gusta de esta tierra es su calor humano. Cuando mi abuelita salía para hacer sus compras, siempre la acompañábamos. Veía como les sonreía a todos y podía sentir el afecto de todos hacia ella. Eso me hace recordar las palabras de mi padre “saludemos a todos,  sin importar a quien, porque no sabemos si necesiten una sonrisa de nosotros”.

Existen muchas historias de distintas familias que han hecho de esta tierra su hogar.  Quisiera que conozcan a mi Abuelo Juvencio Carrión,  él es oriundo de Nabón un pueblo situado a treinta minutos de la ciudad de Cuenca, en la Provincia del Azuay.
-¿Se siente feliz viviendo aquí? Le pregunto. Con una sonrisa en sus labios me respondió: --Qué más puedo pedir, si esta ciudad me ha dado todo.
-Desde cuando en esta ciudad, Abuelito?
-Recuerdo que llegué en el año 1978. Yo  trabajaba en la construcción de la vía Aloag- Santo Domingo en calidad de operador de maquinaria pesada. Llegué con muchas dudas y un cargamento igual de ilusiones a nuestra primera casa ubicada en las Palmeras manzana 7 casa 9. Al comienzo dejaba a mi familia aquí para irme a cumplir mi trabajo, pero al poco tiempo decidí renunciar a la carretera para convertirme en comerciante.  Mis primeros años los invertí en la venta de productos de primera necesidad. Salíamos a los pueblos cercanos, lunes a la Concordia, martes a Los Bancos, miércoles a Quinindé, jueves La Concordia, viernes hacíamos compras y el Sábado a El Carmen. Domingo descansábamos.  La vida ha sido generosa con nosotros y hemos podido educar a nuestros hijos” termina mi Abuelo.
Hoy que ha acumulado años, está pensando que merece un descanso, por lo que ha decidido comprar una casa pequeña en su Nabón, para irse de cuando en cuando a darse una vuelta y charlar con sus amigos. Lo tienen bien merecido, pienso yo.

Luis Torrico es un argentino que vino por unos días y finalmente se quedó. Él es ahora propietario de las Parrilladas “ Che Luis”. Su historia comienza cuando Jorge Quezada decide  viajar hasta la Argentina de mochilero. Cuando se despedía de su familia, su sobrina Mary Ochoa le recomendó en son de broma que a su regreso trajera un argentino con el que pudiera casarse.

Jorge  cumplió su sueño de conocer esas tierras en donde se paseó lo suficiente. Al emprender su retorno, coincidió que en el asiento contiguo del vehículo que lo traía de regreso, viajaba en calidad de mochilero un muchacho argentino que iba con destino a México, en donde pensaba asistir al mundial de fútbol del 86 y alentar a su selección. Llegaron juntos hasta Quito en donde Jorge, como buen anfitrión, le extendió una invitación para que se desvíe por un momento de su ruta y pase conociendo Santo Domingo. Llegaron a casa de la familia Ochoa que era en donde vivía Jorge. Apenas llegados, se dirigió a su sobrina:
-Me pediste que trajera un Argentino para casarte y yo cumplo mi encargo.
Luis  estaba sonrojado, pero Mary estaba roja como un tomate, según afirma Jorge. Luis interviene en el diálogo para recordar:
-Esa familia resultó un encanto y yo no dejaba pasar ninguna oportunidad sin acercarme a Mary, una joven de apenas 17 años, yo ya tenía veintisiete, pero muy guapa y con una forma de ser que logró moverme el piso apenas la conocí. Era indudable que la broma del matrimonio había marcado nuestra amistad.
-Hice unas vueltas por Santo Domingo, continúa, hasta que llegó el momento de seguir mi viaje. Decidí ir a Quito a hacer unos papeles y volver en un par de días para despedirme. Me esperaba México en donde tenía una cita con Maradona a la que no quería dejar de asistir. 

A mi regreso sucedió algo grave. En un exceso de generosidad, la mamá de Mary metió mi ropa en la lavadora, con tan mala suerte que incluyó mi dinero, mi pasaporte y otros documentos personales que quedaron inutilizados. Este  incidente me obligó a quedarme mucho tiempo más del que había pensado, por lo que decidí renunciar a México, ponerme a trabajar para poder reunir lo que necesitaba y regresar a mi país. Ahora tenía que conformarme con ver el mundial por televisión.

Después de un año en la ciudad Colorada, ocupándose en lo que más podía, Luis alcanzo a reunir el dinero que necesitaba para su regreso a su Buenos Aires querido.  Resultaba mejor el itinerario por Bogotá, así que emprendió viaje hacia el país del norte. Una vez allá y faltando pocas horas para abordar el avión, no pudo más con su pena y decidió hacerle caso a su corazón que le gritaba  que no vaya a Buenos Aires, que su lugar estaba en Santo Domingo.
-Allí tomé la decisión más importante en mi vida. Regresé a Santo Domingo y le propuse matrimonio. Me casé con ella y desde ese día no hemos dejado de trabajar juntos para poder darles a nuestros dos hijos lo mejor. Nunca pensé en dedicarme a hacer parrilladas o a cocinar, todo lo que sabía de cocina era lo que había aprendido de mi padre, que en muchas ocasiones cocinaba en nuestra casa. Pero a pesar de todo esto no me dio miedo emprender mi negocio; iniciamos vendiendo pinchos y a medida que pasaba el tiempo nos dimos cuenta que la acogida de nuestros clientes iba creciendo, por lo que después de vender la casa que habíamos obtenido con mucho sacrificio, construimos el local en donde en la actualidad funciona la Parrillada “Che Luis”.

Luis y Mary conforman una linda pareja que ha tenido éxito en el negocio. Con toda seguridad habrán tenido que vencer muchos obstáculos, pero es indudable que con esfuerzo y dedicación, han logrado levantar un prestigio a nivel local y nacional.
-Creo que he sido bendecido siempre en mi vida, me siento muy feliz porque logré tener la familia que siempre soñé. Hasta ahora no puedo establecer si el lavado de mis billetes fue una medida deliberada de mi suegra o efectivamente fue un accidente. En todo caso, le agradezco por haberme proporcionado tanta felicidad,  nos dice Luis Torrico, con una amplia sonrisa.

Reflexiono sobre mi entorno familiar y corroboro lo que decíamos al comienzo; este pueblo sigue creciendo cada vez más porque seguimos llegando compatriotas de todo lado. Solo en mi círculo encuentro a personas de Santo Domingo, de Cuenca, de Nabón, de Quito, de Manabí y hasta de Argentina. En este grupo destacan mis dos hijas que orgullosamente nacieron en esta ciudad, llena de abundante vegetación pero sobre todo de personas amables. Ellas constituyen la minoría por su lugar de nacimiento, aunque cada vez los Santo Domingueños somos más, porque cada vez somos más los que habiendo nacido en otros lados, acogemos a esta tierra como nuestra.  Unos tuvieron la suerte de nacer aquí, yo en cambio he decidido que aquí está mi hogar, por convicción personal, no por casualidades del destino. Cuenca me tendrá que seguir esperando.


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En Mayo 2014, JC.



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